«Creía adorar las joyas. Se enamoraba una y otra vez de sus destellos. Amaba, por ejemplo, aquel espejo con su marco de brillantes y piedras preciosas. Un espejo donde nadie dejaría de mirarse».
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No terminaba de entrar el invierno por la puerta giratoria de esa ciudad llamada Buenos Aires. No terminaba de comenzar el año por más que la agenda devorase semanas aumentando la distancia con Madrid. Cuando se vive fuera de Madrid el tiempo distorsiona cada mapa. Hay que inventarse modos de llegar a Sol, sin importar que luego no se sepa qué hacer después del tercer vino a mediodía. Algo así barruntaba esa noche de miércoles sentada en aquel bar donde tampoco terminaba de llegar la cena mientras deshojaba ilusiones made in facebook de otros muchos lejanos cuando él apareció.
WASp: Trato de armar mi texto para el próximo número de la revista.
Él sí estaba en Madrid. Y de pronto con ella. Allá, cabeza abajo. Pidiendo inspiración para una nota.
WASp: Dame ideas de luz.
Así es como el amor se hace virtud, suspiró sonriendo mientras tecleaba la famosa frase de Goethe y veía llegar al mozo con su pedido.
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«Achiq era su nombre y el Sol el verdadero dios de esta falsa princesa. Se le hacía difícil recordar su pasado después de tanto tiempo alejada del mundo absorta en ese idilio con la fugaz belleza».
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WASp: Deberíamos componer así.
Extraño saberlo tan cerca de repente.
WASp: Siempre estuvimos más cerca de lo que pensabas.
ESO. Eso era lo adictivo de los mensajes. La precisión con la que respondían a sus emociones burlándose de sus certezas sólo para que él tuviera sentido. Y entonces la vida. No el azar. Quizá los indios tenían razón con eso de que ayer y mañana son la misma cosa. ¿Cómo explicarle eso en un wasup?
WASp: Un poco más, dale. Ya casi estamos.
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«Achiq jugueteaba con el espejo muchas tardes. Atrapaba en su reflejo cada cosa. Una tarde el espejo acertó a reflejar el más brillante cuerpo. Atrapó al mismo Sol. Y el Sol eclipsó al resto».
WASp: Qué difícil es escribir: todavía.
En aquel momento, como si el tiempo no hubiera pasado, la princesa recordó su orígen y entendió aquellas frases que tantísimas veces repitiera de niña.
Recordar que las cosas
no tienen el sentido que las tiñe.
Ni siquiera su forma.
Recordar ser de luz.
Somos la luz.
Su forma en este mundo.
Apenas eso.
Y todo lo demás,
incluso vos,
tan sólo decorado.
El aderezo.
WASp: Y entonces hubo luz.
Conversación entre autoras del poema y la ilustración a raíz de su colaboración en Opticks Magazine nº15 «Luz».
Publicación : 31 de agosto de 2014