Por Octavio Ferrero
Forma. Def. Configuración externa de algo. Estilo o modo de expresar las ideas. Principio activo que da a algo su entidad, ya sustancial, ya accidental.
¿Cuál cree que es ese principio activo si nos fijamos en su obra?, ¿lo busca, o surge a medida que comienza a trabajar?
En nuestro trabajo, generalmente imprevisible, es frecuente la aproximación a temas que pueden parecernos extraños, ajenos a lugares cómodos y reconocibles, a territorios por los que solemos transitar con toda naturalidad. El primer paso que puede conducir al hallazgo consiste precisamente en asumir el tema propuesto con ánimo de apropiación. Interiorizamos el asunto, lo hacemos nuestro antes de pasar a las ideas. Hablamos de creación gráfica y entendemos que esas ideas (es necesario manejar varias), tarde o temprano van a convertirse en apuntes sueltos y bocetos a propósito de ocurrencias más o menos definidas. Aquí ya hace su aparición el aspecto formal, aunque no resulte definitivo. Una idea estupenda puede estropearse por una interpretación deficiente, sin olvidar que también puede darse el caso contrario. Así que conviene no caer en el descuido y atender con la máxima eficacia posible a las dos cuestiones: las ideas y la forma de presentarlas.
Ya en materia de forma, los códigos del principio activo son semejantes a las reglas de un juego que, llevado a la práctica, se instala en la imaginación de cada cual; partiendo de tendencias personales, de observaciones. Nos va interesando esto y aquello. Descartamos lo prescindible hasta ir configurando una manera de entender (y ofrecer al espectador) la realidad: espacios, figuras y objetos que adquieren identidad y se relacionan entre sí en armonía. Lo cual termina por conducir a lo que entendemos por estilo propio. Aunque esto del estilo es materia complicada. En un itinerario creativo hay que evitar las metas y las limitaciones. La búsqueda debe ser constante, permanente, sin fin.
En su ilustración para la portada del número 11 de Opticks Magazine, se observa un desorden, un caos aparente, de donde surge un hombre. ¿La imaginación del hombre es capaz de crear una forma de lo informe?
Así pues, por una parte tenemos la propuesta de imagen que, como queda dicho, es consecuencia de un proceso imaginativo que adquiere forma; por otra, la propia imaginación del espectador, capaz de reconocer y descifrar el mensaje gráfico. A la calidad formal hay que añadir un cierto efecto sorpresa que anime a la percepción y a la mirada inteligente. En realidad, mi intervención en esa portada consiste en un modesto homenaje a los denominados “paisajes anamórficos”: aspectos de la naturaleza en los que descubrimos rostros, figuras, siluetas que se asemejan a perfiles de animales… ¿No llegamos a reconocer montañas por sus contornos de fisonomía humana?
El individuo imaginativo contempla unas baldosas de terrazo o las vetas y manchas que salpican el pavimento de mármol y, de manera inconsciente, sin esfuerzo alguno, termina reconociendo formas aquí y allá: la cabeza de un conejo, un perfil femenino, un loro, un señor con sombrero y pipa… Aquí nos encontramos ante un fenómeno muy frecuente de auténtica predisposición creativa.
Volviendo a la portada, el ejercicio de observación se completa al advertir que el rostro del personaje en movimiento sobre el fondo oscuro es idéntico al que configura el relieve del suelo rocoso. Pretendemos establecer así una tensión formal, quizá con su punto de extravagancia, pero curiosa a la vez.
Ha sido galardonado con grandes premios, además de haber recibido el Premio Nacional de Ilustración a toda su carrera. ¿Qué le motivó a comenzar su camino en este campo?
Se me concedió el Premio Nacional de Ilustración en el año 2009. Para ser exactos, las otras referencias de tu pregunta se refieren, en realidad, al Primer Premio del Ministerio de Cultura a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles, que recibí en dos ocasiones, en 1989 por Una de indios y otras historias y en 1991 por Libro de las M’Alicias.
Conservo abundantes recuerdos de una infancia y adolescencia muy vinculadas a lo visual y, en concreto, a todo lo relacionado con textos ilustrados, los comics y el cine. En el paso a la universidad decidí cursar Bellas Artes y a partir de ahí lo que hasta entonces fue simple afición pasó a convertirse en dedicación con un planteamiento absolutamente profesional.
Usted cursó sus estudios de Bellas Artes en la facultad de San Carlos de Valencia. ¿Cuál cree que es la salud actual de la educación en esta disciplina académica?
Confieso no disponer de suficiente información para ofrecer una respuesta adecuada. Me gustaría aceptar que se logró superar los viejos clichés sobre academicismos y vanguardias, y los prejuicios que pesaban sobre el arte popular; inclusive la ridícula consideración de “artes aplicadas” a todo aquello que no se ajustase a las consabidas normas de “pureza” y “espiritualidad artística”. Por otra parte, los tiempos que corren son difíciles y confusos. Lo mejor que podemos hacer es atenernos a la opinión del pensador Guianni Vattimo: “No podemos tener seguridad ante el Arte de nuestros días”.
¿Cómo influyen las nuevas tecnologías en el desarrollo de esta disciplina?, ¿es todo positivo?
Las nuevas tecnologías permiten acceder con facilidad a resultados impensables hasta hace bien poco. Casi toda la profesión se está volcando en ellas y no hay nada que objetar siempre que existan ideas y resultados convincentes. Puede que este entusiasmo inicial se atempere un poco, dando paso a la inevitable reconciliación con procedimientos que ahora mismo ya han pasado a ser considerados como cosa de antaño.
¿Nos puede hablar sobre el momento actual de la ilustración en España?
La verdad es que me siento incapaz de concretar un diagnóstico acertado. Sí puedo referirme a unos cuantos síntomas positivos que están al alcance de cualquiera. El más evidente podría ser el importante progreso en cuanto a visibilidad. Los contornos habituales de la ilustración se van ampliando día a día y ya alcanzan a sectores sociales en los que el trabajo del ilustrador es especialmente apreciado. Podemos tomar como ejemplo, en este año 2012, la experiencia comisariada por Jorge Díez para Acción Cultural Española (AC/E) 18+12 Una mirada contemporánea: treinta ilustradores dan su visión sobre algunos artículos de la Constitución de 1812. Pero hay mucho más: la cada vez mayor presencia en los medios de comunicación; en la publicidad; exposiciones; las abundantes convocatorias de jornadas, talleres y encuentros; visitas a bibliotecas y centros educativos; el Museo de la Ilustración ABC de Madrid… Sin olvidar que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para reconocer el excelente momento en que se encuentran nuestros libros ilustrados, tanto por el valor de sus imágenes, como por el nivel de calidad y cuidado puesto en las ediciones.
¿En qué tipo de proyectos de los que desarrolla como creador, se siente usted más cómodo?
Confieso que no tengo preferencias. Creo que el cambio de registro es conveniente. También me parece saludable el trabajo personal propio, con absoluta libertad y sin dependencia del encargo; es algo necesario que facilita el ensayo, el efecto sorpresa y la experimentación.
¿Podría hablarnos de sus actuales proyectos?
Begoña Lobo y Vicente Ferrer, editores de Media Vaca, han decidido publicar un libro recopilatorio de todas las portadas que realicé de 1976 a 1983 para la publicación semanal valenciana Cartelera Turia. (lea aquí la noticia). Ahora andamos localizando números que no conservo, con la dificultad añadida de la ausencia de originales, porque en aquellas cubiertas yo combinaba ilustración y otros recursos más propios del diseño gráfico: fotos manipuladas, protagonismo de la tipografía, preparación por separado para impresión en dos tintas especiales, etc. Y a todo esto hay que añadir los procedimientos rudimentarios de aquellos tiempos.
Colaboro con Carlos Pérez, autor literario de Kembo. Incidente en la pista del Circo Medrano, para una exposición sobre ese libro en un espacio cultural dependiente de la Universitat de València; la muestra incluirá bocetos, originales y documentos gráficos de la época en la que se desarrolla la acción del álbum. (lea aquí la noticia)
Comienzo a dibujar sobre un guión propio para un libro ilustrado sin título de momento. Cuando trabajo así siempre resuelvo las imágenes en primer lugar, luego redacto el texto definitivo (casos de La ballena en la bañera y El árbol inquieto).
Estoy pintando (cuando tengo ocasión retomo el óleo, los acrílicos y el lienzo), y, por último, contemplo dos proyectos más: un nuevo relato de Carlos Pérez, al que le sentarán muy bien ilustraciones en blanco y negro, y otra cosa relacionada con viajes y gastronomía.
Publicación : 01 de mayo de 2014