LO QUE HA QUEDADO DEL IMPERIO DE LOS ZARES

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Descubrí a Manuel Chaves Nogales por varios artículos que sobre su persona y su obra se publicaron hace algunas semanas en diversos periódicos. Me interesó lo que de él se decía y pregunté en la biblioteca por sus libros. Sólo estaba el que hoy traigo a Opticks, se titula Lo que ha quedado del imperio de los zares.
En los artículos citados, este libro de Chaves Nogales no aparece como significativo. Sin embargo, para mí supone una primera aproximación al autor. Ahora conozco, junto a su forma de escribir, vibrante y ágil, aspectos de la realidad europea que ignoraba y que él describe con detalle.
Manuel Chaves Nogales nació en Sevilla en 1897 y murió en Londres a consecuencia de una peritonitis en 1944. Estudió periodismo, profesión que ejerció sobre todo en Madrid con gran éxito, consiguiendo incluso el prestigioso premio Mariano de Cavia en 1927. Periodista de raza, buscaba la noticia en el lugar en que se producía, fue por lo tanto un gran viajero, el libro que hoy me ocupa lo demuestra. Convencido de que la República sacaría a España del subdesarrollo y el analfabetismo, la defendió con pasión al lado de Manuel Azaña. En 1937 marchó al exilio instalándose en Paris, donde continuó escribiendo y publicando con los pocos medios que poseía. Perseguido por los nazis, se refugió en Londres y allí murió.
Pese a sus libros y a su fecunda carrera periodística, Manuel Chaves Nogales permanecería en el olvido de no ser por la profesora también sevillana María Isabel Cintas Guillén, que tuvo idea de centrar en Chaves Nogales su tesis doctoral (el interesante e ilustrativo prólogo de la obra que acabo de leer lo escribe ella).
En estos momentos, Manuel Chaves Nogales cuenta con la admiración de autores tan importantes como Muñoz Molina, Arcadi Espada Félix de Azúa, Andrés Trapiello o Elvira Lindo.
Lo que ha quedado del imperio de los zares es un reportaje, ilustrado con multitud de fotografías, sobre la vida dramática de los dos millones de personas que tuvieron que abandonar su país  tras la sangrienta revolución de 1917, revolución admirada y defendida por la izquierda española en ese momento histórico.
Con naturalidad, ingenio y vehemencia, Chaves Nogales entrevista a nobles, muchos de ellos familiares del zar Nicolás II; a militares, artistas, altos funcionarios de la corte, políticos y jerarcas religiosos. Nos habla de los esfuerzos que hacen por conservar en el exilio las antiguas costumbres y tradiciones, el modo cómo se organizan, la miseria en que viven bastantes o el esfuerzo de algunos por mantener una cierta dignidad.
El reportaje presenta también la situación de Rusia en vísperas de la revolución, la influencia que ejercía sobre la zarina el monje Rasputín, el enfrentamiento entre bolcheviques y mencheviques, los desmanes del ejército blanco y del rojo, el asesinato del zar y su familia, las checas y la brutal represión ejercida por los triunfantes bolcheviques sobre intelectuales y hombres de ciencia en general y hasta la historia de Anastasia, la pretendida hija del zar que se decía sobrevivió al asesinato.
En las páginas de Lo que ha quedado del imperio de los zares encontramos cientos de personajes. Me parece en especial interesante Kerenski, amigo de Lenin en su juventud, ya que los padres de ambos también lo fueron. La entrevista que hace a Kerenski Chaves Nogales, en la que el político ruso explica la toma del poder por los bolcheviques y cuál fue su actitud en el proceso, lo presenta como una persona que, al igual que el periodista, se aferra a la razón, a la lógica, a lo que hay de humano en el hombre, con la esperanza siempre puesta en el triunfo de la inteligencia.
Otra entrevista que me ha interesado es la que realiza a Irene Nemirovski, sabiendo como ahora sabemos que esta escritora judía murió de tifus en Auschwitz años después.
Quizá gran parte del interés que despierta Lo que ha quedado del imperio de los zares resida precisamente en eso, en que ahora conocemos qué le ocurrió a muchos de sus protagonistas. Por ejemplo, a Irene o al mismo Manuel Chaves Nogales. ¡Qué poco imaginaba, al escuchar por boca de los exiliados las penalidades sufridas y relatarlas en este vibrante reportaje, que quedaban sólo seis años para que él se viera envuelto en una tragedia similar!   

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