LA CANCIÓN DEL EXILIO

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Dice Isabel Allende, refiriéndose a La canción del exilio, obra de la escritora de ascendencia tahitiana por parte de madre Kiana Davenport: “La prosa de Davenport es nítida y brillante como una espada. Su sentido de la poesía y el amor por la naturaleza impregnan cada línea”.
El análisis de la autora chilena me parece acertado, en lo que se relaciona con el sentido de la poesía y el amor por la naturaleza que encontramos en muchas páginas de La canción del exilio; pero la idea de “espada” yo no utilizaría para referirme al estilo, sino más bien a los sentimientos que impulsaron a Kiana Davenport a escribir la novela.
Sin extenderme en el argumento, porque es bueno que el lector se vaya adentrando poco a poco y sin pistas en la trama, diré que la historia se desarrolla sobre todo en Hawái y su actual capital, Honolulu, aunque también aparecen otras islas, ciudades y lugares del mundo como Nueva Orleáns, Shanghái, París, Molokai o Nueva Bretaña.
El relato comienza en el año 1942, precisamente en una población de Nueva Bretaña, Rabaul, allí los japoneses han instalado una base militar en la que malviven multitud de mujeres convertidas en esclavas sexuales; entre estas mujeres está Sunny, principal protagonista femenina de la historia.
El siguiente capítulo nos traslada a Honolulu, a mediados de los años treinta, presentándonos a Keo, un humilde muchacho, de Hawái como Sunny, que vive con sus padres, dos hermanos y una hermana, trabaja de camarero y siente que la música es algo consustancial a él mismo. Afición que le lleva del ukelele, la guitarra y el piano hasta la trompeta, convirtiéndose en un extraordinario músico de jazz.
Durante una actuación, Keo conoce a Sunny, estudiante universitaria, hija de un médico coreano y de una hawaiana. Pese a las diferencias sociales, Keo y Sunny se enamoran e inician una relación que les conducirá a vivir en algunos de los lugares ya citados, cuando la Segunda Guerra Mundial empieza a afectar a gran parte del planeta.
La escritora describe de forma detallada lo que supone la guerra para las personas que habitan los lugares en los que se desarrolla, insistiendo en las aberraciones cometidas por los nazis y los japoneses, (confieso que en ocasiones me he tenido que saltar bastantes líneas). El trato que se da a los prisioneros en los campos de concentración, la enorme cantidad de mujeres que sufrieron la más abyecta esclavitud, las penalidades padecidas por la población civil; la deshumanización total al servicio del totalitarismo y la expansión territorial, ordenada por Hitler e Hiro-Hito, te conducen, si no lo tenías del todo claro, a la práctica del más ardiente pacifismo.
Pero la novela no es sólo una denuncia de los horrores que trae consigo la guerra, contada desde la perspectiva de las razas y pueblos sometidos a los que se ha robado, además de su tierra, su identidad, constituye también un directo alegato en contra de tal situación.
Es en ese apartado en el que la Kiana Davenport se recrea hablándonos del paisaje de las islas de la Polinesia, costumbres, alimentos, tipos humanos, religión, unidad entre la naturaleza y el hombre, belleza en estado virgen, que desaparece de forma paulatina bajo toneladas de hormigón, miles de hoteles y establecimientos turísticos e imposición de costumbres y actividades no habituales para los nativos.
Otros muchos aspectos podrían resaltarse en el libro: el exhaustivo estudio que se hace del jazz, el bombardeo de Pearl Harbour y sus consecuencias, el proceso seguido hasta que Hawái se convierte en un Estado más de EEUU, etc.
Son tantas las cuestiones tratadas por la autora y tantos los acontecimientos históricos que toca, que no entiendo cómo se puede encuadrar esta novela en el apartado de “romántica”, si entendemos el romanticismo en un sentido sentimental y cursi.
Sólo podremos aplicar a La canción del exilio de Kiana Davenport el calificativo de “romántica” si entendemos el término como expresión de la libertad interior más absoluta, la expiación o la redención mediante el sufrimiento que acompaña a la pérdida o la renuncia.

4 Comentarios

  1. He tenido el placer de hablar con Daniel Hernández Chambers, traductor de esta novela, y hemos coincidido en no considerarla en absoluto dentro del género que suele entenderse como "romántico". Creo que es mucho más profunda, interesante e ilustrativa que lo que puede abarcar dicho género.
    Espero que te guste.

  2. La leí en estos días, y la verdad es que es una novela muy dura, te aleja del genero a landscape en que muchos la encuadraron, una mujer que en la guerra lo perdió todo, sus seres queridos, su dignidad, su amor, su salud, su juventud, su belleza, su amor propio…una historia trágica y poca atractiva. Pero en la vida no todo debe ser siempre color de rosas. Para lectores que quieren algo diferente.

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