Me dice Manel, refiriéndose a Dickens, que las obras que ha leído del autor inglés le parecen un tanto “edulcoradas”. Le respondo que en “Casa Desolada” también lo edulcorado está presente. De hecho, el mismo Dickens destaca al principio de la novela el aspecto “romántico” del relato.
Eso me hace pensar en la cantidad de peculiaridades de los libros comentados en Opticks que se quedan sin reseñar: porque no me atraen demasiado, porque las considero poco significativas, porque espero que el lector las descubra y disfrute, por despiste, por falta de tiempo…
Así que hoy, enmendando el olvido, pongo de nuevo ante el lector paciente a Charles Dickens y a Daniel Pennac; a los que añadiré a Juan Marsé con uno de sus libros que acabo de leer, El amante bilingüe, por el que obtuvo el Premio Ateneo de Sevilla 2009.
Ellos me permitirán tratar una de esas peculiaridades a la que no creo haberme referido en anteriores entradas: la influencia que tiene la personalidad de un escritor, circunstancias y motivaciones en el conjunto de su obra.
Simplificando mucho, yo diría que las obras de Dickens poseen una intención moralizante, las de Daniel Pennac son, sobre todo, pedagógicas, y en las de Juan Marsé el afán es más que nada crítico.
Como lectora imagino a Dickens satisfecho de su propia vida: prestigio social, reconocimiento literario, dinero, amores, familia, etc. Todo aquello que soñaba de niño lo ha conseguido. Pero eso no le hace olvidar su propia historia ni le impide ver las injusticias que se agolpan a su alrededor.
Pennac ha sido un profesor apasionado por su trabajo. Posiblemente tuvo que enfrentarse a los conflictos que sus alumnos adolescentes le plantearon en relación con el propio cuerpo: complejos, vergüenzas, obsesiones… De ahí la idea de escribir un libro en el que todo lo concerniente al cuerpo se tratase con absoluta naturalidad.
Juan Marsé fue un niño adoptado. Nació en Barcelona pero optó por el castellano cuando decidió ser escritor. En el mundillo nacionalista esto no está demasiado bien visto; peor aún, concita un significativo rechazo.
En las obras de Marsé aparece siempre el deseo de encontrar la propia identidad, junto al angustioso anhelo de ser otro. Todo ello en el seno de una sociedad esquizofrénica, en la que la división entre clases sociales está muy acusada; en la que importa más la lengua en que te expreses que tu propio valor o lo que quieras expresar con ella.
En El amante bilingüe la búsqueda de la identidad y la descripción irónica y caústica de los grupos humanos que conviven en Cataluña: charnegos y catalanes de pro, roza el esperpento y rezuma amargura.
La historia de Juan Marés, catalán de familia desestructurada y humilde, que se casa con Norma, hija única perteneciente a la alta burguesía catalana, y que, al divorciarse de ésta, obsesionado con su recuerdo y conocedor de sus gustos sexuales, para volver a conquistarla, se transforma poco a poco en Faneca, un charnego chuleta y atrevido que conoció de niño, se convierte en una sátira feroz sobre la dualidad lingüística catalana, agravada por las diferencias de clase.
Extraordinario y doliente libro que yo invito a leer, junto con cualquier otro de Dickens y Pennac.
Realizar estudios comparativos de obras bien escritas y de autores auténticos, proporciona un sinfín de conocimientos y un ameno y sentido disfrute.