Cuando empecé a escribir este blog, con la idea de que mi amiga Mila me acompañase en el empeño, de ahí el título “Lecturas a dos voces”, la intención inicial consistía en establecer una especie de diálogo sobre literatura en el que, junto a mi amiga, intervendrían más personas, (añoraba las tertulias con Manolo a las que, por motivos familiares, me era casi imposible asistir).
Pero las cosas no suelen suceder según lo previsto. La “otra voz” modificó sus prioridades, mis circunstancias personales empeoraron y Manolo enfermó.
Como antídoto contra el desconcierto y la tristeza, yo seguí adelante. Sin embargo, había desaparecido la “chispa” que originó el proyecto.
Ahora, releyendo el blog desde el principio, noto el cambio. Incluso, dejé de responder a comentarios que hacían los lectores. Gracias a todos ellos, en especial a Rosa, ¡qué bonito es lo que me dices!
Lo anterior viene a cuento de un libro que acaba de regalarme Mila, tal vez con intención, cuyo título “Motivos de inadvertida felicidad» ha dado lugar a que, entre otras cosas, rememore las primeras semanas de escritura y vuelva a los orígenes.
El autor del libro citado es el italiano Francesco Piccolo y, según la solapa de la obra, obtuvo al publicarla un gran éxito. A mí, sobre todo, me ha hecho pensar.
De entrada diré que, aunque sólo tiene 148 páginas y grandes claros, la podemos leer enseguida o no; que el autor no nos cuenta ninguna historia al uso; y que el título creo esconde, al menos, dos significados.
Intentaré explicarlo. El relato de Francesco Piccolo no se ajusta al esquema tradicional, sino que lo conforman situaciones que él ha vivido y que le han hecho o le hacen feliz. Algunas de estas situaciones, muy breves, se limita a enumerarlas: “El agua cuando tienes sed; la cama cuando tienes sueño”, “El momento en que termina el centrifugado de la lavadora”, “La primera y la última página de un libro”, “Descubrir que una buena acción desgrava”, etc. Otras las describe en una o varias páginas: La ciudad en agosto cuando todos están de vacaciones, la inauguración de un paso subterráneo bajo el ferrocarril que anula las barreras de los antiguos pasos a nivel, un gol de Italia en los Mundiales del 82, etc.
Suelen ser situaciones cotidianas: humorísticas, tiernas, cínicas, bobas, incalificables, etc. que muchas personas también hemos vivido, vivimos o quizá vivamos alguna vez. Por eso el libro no tiene comienzo ni fin. Los momentos son diferentes y aparecen página tras página; esto hace que la lectura nos dure el tiempo que queramos dedicarle.
Finalmente está el título: Momentos de inadvertida felicidad. ¿Quiere decir que el autor ha experimentado esa felicidad a posteriori?; ¿o que la experimentó y experimenta mientras los vivió o vive, pero no así los que le rodean, para los que la felicidad pasa inadvertida?
En mi caso y terminando ya, imaginaré que la intención del autor, igual que la de Mila, es animarnos (animarme) a mirar la vida cotidiana de distinta manera, buscando y encontrando felicidad en cada uno de los instantes que la componen.
De hecho, Francesco Piccolo expresa ese deseo en las últimas páginas del libro: “… Y que siempre en este momento alguien estuviera diciendo: qué bonito es vivir aquí. Aunque fuera para sus adentros”.