En la biblioteca municipal, Isa me habló de un libro que otro lector fue incapaz de terminar de leer. Como se trata de un lector exigente, sentí curiosidad por hallar las razones del rechazo. Así que volví a casa con el libro en cuestión.
Su título, El decálogo del caminante, me indujo a pensar en un ensayo relacionado con los viajes o algo parecido. Su autor, Manuel Pimentel, tiene bastantes obras publicadas y aunque no he leído ninguna, el número demuestra que posee experiencia en el complicado campo de las letras.
Sólo en la primera página descubrí por qué mi compañero lector fue incapaz de terminar el libro. La obra pertenece al género llamado de autoayuda, la escritura resulta forzada y, avanzando en el relato, lo que nos cuenta el autor por boca de Stefan, el periodista norteamericano que lo protagoniza, es del todo increíble.
Stefan cuenta que su vida cambió al conocer a una enigmática mujer, Sara Elly, que, a lo largo de diversas citas, le fue mostrando la “Sabiduría del camino”. Las reflexiones y enseñanzas que recibe de la mujer en dichas reuniones, Stefan las resume en lo que llama El decálogo del caminante.
Insisto en que no he leído ninguna obra de Manuel Pimentel, así que no cuento con elementos de juicio suficientes para saber, en general, cómo escribe.
Centrándome en El decálogo del caminante, da la impresión de que es una obra de encargo, escrita en un breve espacio de tiempo, destinada a jóvenes que leen poco y realizada con una finalidad concreta, quizá más económica que literaria, dado el éxito que está teniendo esta clase de literatura.
Por lo demás, se lee en un rato y las enseñanzas del decálogo pueden ser útiles a jóvenes despistados que se enfrentan a un futuro imprevisible. Lo que alguien ya consideraría positivo.
Aún así, como la semana pasada coincidieron dos hechos reseñables que tienen relación con escritores, a saber: la muerte de Ray Bradbury y la concesión del Premio Príncipe de Asturias de Literatura a Philip Roth, me permito recomendar de nuevo dos obras escritas por ellos de las que habré pasadas entradas: Fahrenheit 451, del primero y Némesis, del segundo.
Creo que de ambas, los jóvenes despistados podrán extraer no uno, sino muchos decálogos que les permitirán descubrir y disfrutar de futuros y fructíferos caminos.
Gracias por tus recomendaciones. Para que perder el tiempo con libros que no merecen la pena, habiendo tantos por descubrir.
Seguro que hay tantas opiniones sobre un libro como lectores tenga el mismo. Por eso voy a dar la mía:
El decálogo del caminante me ha parecido una novela positiva, muy positiva; un libro genial, redondo, y más redondo cuando se acerca al final. Nos va guiando por la historia con unas reflexiones (el decálogo) y aplicando una filosofía lúcida con la que enaltece en profundidad valores positivos como la valentía, la iniciativa, el tesón, el compañerismo, la belleza, el trabajo, el sacrificio y anima a practicarlos. Sobre todo hace hincapié en el servicio a los demás. Todo ello lo reboza con AMOR visto en todas sus facetas (amistad, pareja, paterno-filial, a la sociedad …) y sale un libro que engancha, en el que no sobra nada, literariamente muy correcto.
Me ha encantado y lo recomiendo.
Por cierto, al principio a mí también me pareció un libro de autoayuda. Pero seguí leyendo.