En la última semana he leído dos libros autobiográficos con argumentos muy distintos. El primero: Un saco de canicas, de Joseph Joffo, escritor de familia judía y nacido en París en 1931, contiene sus recuerdos de niño en la Francia ocupada por los nazis.
El segundo, La habitación de invitados, de la escritora australiana Helen Garner, relata los problemas a los que tuvo que enfrentarse, al recibir en su casa a una antigua amiga enferma de cáncer.
El hecho de que ambos libros sean autobiográficos y estén bien escritos, ayuda a hacer creíbles las historias que cuentan. Algo que no siempre sucede y que incide de manera notable en la calidad literaria de la obra.
Los sucesos relatados por Joseph Joffo, que mira hacia atrás con ojos de adulto, aparecen, en cierto modo, desprovistos del componente trágico que debieron tener en su momento. Esto, quizá, proporcione al libro un valor añadido: el autor sabe hacer de nuevo suyos los pensamientos y las vivencias de la criatura que fue, enfrentándose a las circunstancias terribles que afectan a su familia como si se tratase de una sucesión de aventuras con final feliz.
La historia que cuenta Helen Garner no está embellecida por el paso del tiempo. Las dificultades que conlleva intentar que la vida de una persona enferma sea lo más cómoda posible, el choque con los deseos y las expectativas del enfermo, el desgaste físico y emocional que experimenta el que acompaña y cuida, están expuestos con descarnada sinceridad y crudeza, pero también con una gran dosis de compasión y ternura.