Hace bastante tiempo, mi amigo Manolo me prestó el libro La tesis de Nancy, publicado por Ramón J. Sénder en 1962, y que tiene como protagonista a una joven universitaria norteamericana, Nancy, que viene a España, Andalucía en concreto, para realizar su tesis doctoral sobre el mundo de los gitanos.
El contacto con dicho mundo, las costumbres, el lenguaje peculiar que utilizan, la traducción literal que la joven hace de cada palabra, los equívocos, las situaciones absurdas que relata el autor, etc., me divirtieron enormemente al principio de la lectura.
Sin embargo, conforme avanzaba en las páginas, la diversión iba desapareciendo. Al final entendí hasta qué punto Sénder critica en esta obra una determinada manera de ser y de vivir. Su visión es amarga y desesperanzada. No hay nada de jocoso en ella.
Es lo que me sucede cuando intento, como me prometí a mí misma meses atrás, contar, a modo de despedida, lo que sucede en las distintas clases.
Quizá, en el momento de comprometerme, pensaba que la situación se modificaría con el tiempo. Que el desastre de notas, haría reaccionar a los alumnos y a sus padres. Me equivoqué del todo, vamos a peor; y eso no tiene ninguna gracia.
Es la primera vez, en mi larga vida laboral, que en un curso de veintidós alumnos, apruebo a cinco y no me hago ilusiones de que este número aumente en la evaluación próxima.
Una de las medidas que propone el Sr. Gabilondo, Ministro de Educación por más señas, es reducir el número de materias en el primer ciclo de ESO. Que comience la reducción en Primaria o su medida no servirá de nada. Habla también de modificar 4º de ESO, orientando a unos alumnos hacia Formación Profesional y otros hacia Bachillerato. Tampoco servirá de nada. En 1º de Secundaria, la mayoría de los alumnos saben ya lo que desean hacer.
Dicen que rectificar es de sabios. Ofertemos tres opciones, a partir de 2º de ESO: Formación Profesional, Bachillerato y una mezcla de materias instrumentales y profesionales (siempre en número reducido) para aquellos alumnos que están en clase a la fuerza y no han cumplido dieciséis años.
Por supuesto, habrá también que revisar los programas. En Geografía e Historia de 1º y 2º de Secundaria hay tal cantidad de contenidos, que para que un alumno los dominase todos, se tendría que dedicar exclusivamente a esta asignatura (y son catorce).